domingo, enero 29, 2012

Cada día peor, más elemental

Hace unos años descubrí la Escuela austriaca de Economía: Menger, Von Mises, Hayek, Rothbard, etc. Descubrí un método. Un sistema de pensamiento, muy diferente del desarrollado por el pensamiento de izquierda, de derecha y de la llamada Economía Clásica. Un método que se basa en el individualismo metodológico: no son los “colectivos” (naciones, razas, clases sociales) los que toman decisiones, sino la gente, cada consumidor-productor guiado por su beneficio. A su riesgo, en un juego donde a veces se gana y a veces se pierde.
Un método que no confía en las ecuaciones matemáticas de agregados estadísticos (el Ingreso nacional, la Producción nacional, el Gasto nacional) sino que explica que estos “agregados” son simples sumas de procesos individuales muy complejos, que jamás explican las decisiones individuales sino que quieren reemplazarlas por factores generales. Que, además desconocen y desprecian el proceso de toma de decisiones de los individuos.
Una escuela económica que plantea que la política económica ad-usum de los gobiernos desde hace muchas décadas solo tiene en cuenta el efecto inmediato en sectores particulares (por ejemplo, una promoción industrial, una desgravación impositiva, una protección a cierto sector social vulnerable) pero desconoce el efecto a largo plazo en el total de la sociedad. Así, vemos los “auges”, las “burbujas”, los “planes sociales” solucionando en breve plazo muchas carencias…pero estallando a los pocos años y obligando a dolorosos “ajustes” que afectan al conjunto social. Para mantener esos “auges” el Gobierno, a través de un obediente Banco Central, genera alta fabricación de moneda, la cual llega rauda a los ávidos bolsillos de los consumidores generando la odiosa inflación, término que en nuestro país se llama “deslizamiento de precios” u otro neologismo producido por las cabezas pensantes del poder.
Lo cierto es que, a diferenta de los toscos manejos de los años 30 o 40, los gobiernos del mundo disfrazan su intervencionismo monetario: nadie quiere ser acusado de proteccionista e inflacionario. En eso se esmeran, no son toscos sino muy sofisticados. Por eso, los críticos, en especial los economistas austríacos desarrollan cada vez más sofisticados análisis para detectar y combatir- al menos con la palabra- los desaguisados que se producen.
Pero acá, no. Aquí, para escándalo del mundo- y para regocijo de los críticos- es tan elemental, torpe y demodé el sistema económico morenista que casi no es necesario estudiar demasiado para demostrar la inconsistencia y el enorme daño que este “modelo” está produciendo en la economía, y, lo que es peor, en el sistema de valores del país.
Tan elemental es (cierre de importaciones, control del comercio exterior, dólar oficial, mentira estadística, selección  entre “empresarios amigos” y “avivados”, etc.) que no hace falta ser muy sutil y profundo para ponerlo contra las cuerdas.
Para mi, que no soy economista, sino “praxeólogo” – como diría Mises, o sea analista de la acción humana- esto es un pic-nic, una fiesta, una salida de caza. Es muy fácil discutir con los “morenos” que abundan en el gobierno.
Claro que sirve de poco, por ahora.
Como ellos manejan como pocos el aparato de política cultural, han sintonizado muy bien con vastos sectores de la población, ávidos de tener algunas certezas, algunas “pequeñas mentiras” a mano, que les ratifiquen que todo está bien, que no hay ni habrá inflacion, desempleo, devaluación, crisis. Que la burbuja no explotará, que nunca habrá un Rodrigazo. Para ello camuflan discursivamente sus medidas de ajuste- es su especialidad- y las “resignifican” como “redireccionamiento solidario”, “sintonía fina” y otras pamplinas. Crean, por ejemplo,  un monumental malentendido con las tarjetas SUBE que obliga a los más pobres a desesperarse en pleno verano, tras horas de cola, para obtener la preciada tarjeta y gambetear así en inminente ajuste de tarifas de transporte. Como no tienen un Macri al cual tirarle los colectivos, inventan – en eso son inigualables- barrocos e incomprensibles mecanismos que a la larga generan lo que se quiere ocultar: que las tarifas aumentarán.
Y así sucesivamente. Cada política económica de hecho- como las trabas aduaneras a los productos brasileros- es un burdo intento de ocultar el inocultable agotamiento del modelo kirchnerista. Todo lo que veremos de acá en adelante es un manual peronista de los cuarenta: renacimiento del IAPI, control del papel prensa, la “cadena nacional de radiodifusión”, la reforma constitucional para habilitar la reelección permanente, represión de la protesta social, corrupción en gran escala para comprar jueces, gobernadores o legisladores. Cada día peor.

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